Commelina benghalensis, conocida popularmente como trapoeraba, beijinho, flor-de-são-joão o commelina, es una planta herbácea de la familia Commelinaceae.
Originaria de Asia, específicamente de una amplia región que abarca India, China y el Sudeste Asiático, esta especie se ha extendido por América Latina, África y Australia, convirtiéndose en una de las plantas exóticas invasoras más agresivas en regiones tropicales y subtropicales.
Su presencia es particularmente problemática en cultivos como la soja, el maíz, la caña de azúcar y las hortalizas, donde compite intensamente por los recursos y puede causar importantes pérdidas de productividad.
Biología de Commelina benghalensis
Aunque el epíteto benghalensis sugiere una asociación con la región de Bengala (India y Bangladesh), estudios botánicos indican que la distribución nativa de la especie es más amplia y abarca gran parte del sudeste asiático, incluyendo India, China y países del sudeste asiático (Faden, 1983).
La planta se introdujo en otras regiones a través de actividades humanas como el comercio y la agricultura, y ahora se considera una maleza invasora en varios países.
C. benghalensis Es una planta herbácea anual o perenne, con tallos suculentos y frágiles que puede crecer hasta 50 cm de altura. Las hojas son alternas, con láminas ovadas y nervaduras paralelas.
Las flores se disponen en inflorescencias en forma de espiga, con pétalos de color azul o blanco, y los frutos son cápsulas loculicidas (que se abren longitudinalmente a lo largo de los lóculos) que contienen semillas redondeadas, de color marrón claro a negro, con latencia química que permite una germinación asincrónica.
La reproducción se produce tanto de forma sexual, mediante flores hermafroditas con protandria (maduración de los estambres antes que el estigma), facilitando la polinización cruzada por insectos como las abejas, como de forma vegetativa, mediante fragmentos de tallo que enraízan en los nudos.
Además, la planta produce flores cleistógamas (que se autofecundan sin abrirse), lo que aumenta su flexibilidad reproductiva (Maheshwari y Maheshwari, 1955). Las semillas exhiben latencia química, lo que garantiza la germinación a lo largo del tiempo.
Adaptada a una amplia gama de climas y suelos, C. benghalensis utiliza la fotosíntesis C3 y exhibe alelopatía, liberando sustancias como ácidos fenólicos y flavonoides que inhiben el crecimiento de otras plantas (Ghosh et al., 2019).
Estudios han demostrado su potencial fitotóxico en especies como Lonchocarpus sericeus. La planta también tolera condiciones de sequía una vez establecida, pero requiere suelos húmedos para la germinación inicial.
El ciclo de vida puede ser anual o perenne, dependiendo de las condiciones ambientales como el clima y el manejo agrícola.
En regiones tropicales húmedas, la planta tiende a ser perenne debido a la ausencia de una estación seca prolongada, mientras que en climas con períodos secos marcados, se comporta como anual.
La germinación ocurre durante todo el año en condiciones húmedas, lo que permite que la planta compita eficazmente con los cultivos comerciales por recursos como luz, agua y nutrientes.
Impacto agrícola
C. benghalensis Es una maleza importante en varios cultivos, incluidos la soja, el café, el arroz y el maíz. Su presencia puede reducir significativamente la productividad de los cultivos.
En soja, aunque no existen datos cuantitativos específicos sobre pérdidas de rendimiento, los estudios indican que la falta de un control adecuado puede conducir a reducciones sustanciales en la productividad (Riar et al., 2016).
En el café, las investigaciones han demostrado que la coexistencia con C. benghalensis puede causar pérdidas de hasta el 50% en la productividad debido a la competencia por los recursos (Dias et al., 2005).
La planta también es difícil de controlar debido a su capacidad de regenerarse a partir de fragmentos de tallo y su resistencia a los herbicidas.
Estrategias de gestión integrada
el control de C. benghalensis requiere un enfoque integrado, que combine métodos químicos, mecánicos, culturales y biológicos.
La planta ha desarrollado resistencia a varios herbicidas, incluidos el glifosato, el 2,4-D y el paraquat (IntechOpen, 2013). Los herbicidas eficaces incluyen s-metolaclor, clomazona y flumioxazin, a menudo utilizados en mezclas o secuencialmente (Monquero et al., 2005). En cultivos como el café, se ha demostrado que las mezclas de carfentrazona-etilo y glifosato son eficaces (Weed Control Journal, 2001).
Las investigaciones indican el potencial del control biológico con el hongo Phoma commelinicola, que ha demostrado eficacia contra Commelina difusa y se puede adaptar a C. benghalensis (MDPI, 2015). Otros agentes, como los hongos patógenos (Colletotrichum gloeosporioides) y se están estudiando insectos específicos, pero todavía no hay productos comercializados (IntechOpen, 2013).
Las prácticas culturales como la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura y la gestión adecuada de los residuos de cultivos pueden reducir la infestación. Sin embargo, el control mecánico es un desafío debido a la capacidad de la planta para regenerarse a partir de fragmentos del tallo. La eliminación manual debe garantizar la eliminación completa de la planta del suelo para evitar que vuelva a crecer.
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