Aceite de oliva: cómo evitar el fraude y garantizar la calidad
El aceite de oliva es el segundo producto alimentario más fraudulento del mundo, sólo por detrás del pescado
Las malezas resistentes a herbicidas son uno de los principales desafíos para los productores durante el período de siembra de cultivos de verano. La aparición de resistencia al glifosato y otras sustancias químicas viene aumentando en Brasil en especies como pasto amargo, raigrás, pata de gallo, pasto blanco y trapoeraba. Cada uno tiene particularidades a considerar en la gestión.
hierba amarga (Digitaria insularis) es una de las plantas que más preocupa a los agricultores. Esta especie, originaria de las regiones tropicales y subtropicales de América, es resistente al glifosato desde 2008, además de casos de resistencia múltiple que involucran inhibidores de ACCasa.
La dispersión del pasto amargo se produce a través de semillas, las cuales son esparcidas por el viento y máquinas, lo que dificulta su control. En el estado de Paraná, en 2022, se utilizaron 5,6 millones de kilogramos de herbicidas para combatirlo, con destaque para glifosato (49,60%) y cletodim (29,52%).
Se ha demostrado que mezclar herbicidas con diferentes mecanismos de acción es esencial para evitar la selección de poblaciones resistentes.
El raigrás anual (Lolium perenne var. multiflorum), introducida desde el sur de Europa y el norte de África, también ha causado problemas en los cultivos de invierno y la transición a los de verano.
Además de la resistencia al glifosato, registrada en 2003, el raigrás mostró resistencia a los inhibidores de ALS y resistencia múltiple a los inhibidores de ACCasa y EPSPS. El control de esta especie requiere de una combinación de herbicidas preemergentes y post-emergentes, así como técnicas de manejo no químicos, como el uso de semillas certificadas y limpieza de maquinaria.
Hierba pata de gallo (Eleusina indica), que anteriormente se encontraba principalmente en los bordes de las carreteras, se ha convertido en una de las principales malezas en los cultivos de verano, como la soja, el maíz y el algodón.
Esta especie demuestra una gran capacidad de adaptación y ya es resistente al glifosato y otros herbicidas como el cialofop y el sethoxidim. En 2023 se identificaron plantas con resistencia al glifosato combinado con otros inhibidores de ACCasa.
El manejo eficaz de la pata de gallo implica tanto la aplicación de mezclas químicas como técnicas como la cobertura del suelo y el control biológico, incluido el uso de Streptomyces spp., que reduce la germinación de las semillas.
hierba blanca (Cloris polydactyla) es una gramínea perenne que también se ha convertido en un problema en los cultivos brasileños. Originalmente se encontraba en los bordes de las carreteras, pero comenzó a infestar los cultivos anuales. En 2014 se registró resistencia al glifosato, lo que dificulta su control.
La estrategia más común para el manejo del pasto blanco es el uso de inhibidores de ACCasa, como cletodim y haloxifop, además del uso de nicosulfurón y mesotriona en post-emergencia. Cubrir el suelo con paja y el uso de herbicidas residuales son alternativas importantes para reducir la infestación.
La trapoeraba (Commelina benghalensis) es una maleza de difícil control, especialmente por su capacidad de propagarse a través de semillas y fragmentos de tallo. Esta especie es tolerante a la sombra y tiene resistencia natural al glifosato, por lo que requiere un manejo adecuado en las primeras etapas para evitar su propagación.
El control químico de trapoeraba implica el uso de herbicidas residuales como S-metolaclor y sulfentrazona, además de aplicaciones post-emergentes de auxínicos como triclopir y 2,4-D. La cobertura permanente del suelo y el manejo integrado son fundamentales para evitar la proliferación de esta planta.
Para obtener más información, haga clic en:
Reciba las últimas noticias sobre agricultura en su correo electrónico
Reciba las últimas noticias sobre agricultura en su correo electrónico