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Un estudio realizado en Bad Lauchstädt, Alemania, arrojó luz sobre el potencial de la gestión sostenible para mitigar los impactos y promover la resiliencia de los sistemas agrícolas. Los investigadores observaron los efectos combinados del calentamiento global y las prácticas de gestión del suelo.
El estudio evaluó el funcionamiento de las redes alimentarias del suelo, compuestas por organismos como nematodos, micro y macroartrópodos, en condiciones climáticas simuladas para el período de 2070 a 2100.
Los experimentos se llevaron a cabo en el Centro Experimental de Cambio Global (GCEF), que simula escenarios futuros de aumentos de temperatura (1-2 °C) y cambios en los patrones de precipitación, comparando el impacto en tierras agrícolas gestionadas intensiva y extensivamente.
Los resultados mostraron que las prácticas agrícolas de baja intensidad favorecen el control natural de herbívoros y microorganismos, incluso en condiciones climáticas futuras.
Algunos de los principales hallazgos:
El estudio destaca que las prácticas de gestión agrícola sostenible son esenciales para aumentar la resiliencia de los ecosistemas agrícolas al cambio climático. La rotación de cultivos con leguminosas, por ejemplo, promueve la salud del suelo al enriquecer el contenido orgánico y diversificar la microbiota.
Los científicos señalaron que el tiempo también es un factor crucial: los beneficios de las prácticas sostenibles se vuelven más evidentes a largo plazo. El estudio encontró cambios significativos apenas seis años después de que comenzaron los experimentos, lo que refuerza la necesidad de políticas agrícolas a largo plazo.
Se puede obtener más información en doi.org/10.1111/gcb.17554
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