El USDA proyecta crecimiento de la soja en Brasil en la cosecha 2025/26
La superficie sembrada alcanzaría los 49,1 millones de hectáreas, con una producción estimada en 176 millones de toneladas.
A partir del 1 de agosto, entrarán en vigor en el país nuevas mezclas obligatorias de biocombustibles: el etanol se sustituirá por E30 y el biodiésel por B15, lo que aumentará la proporción de energías renovables en los combustibles fósiles del 14 % al 15 %. La medida, aprobada por el Consejo Nacional de Política Energética (CNPE), busca reducir la dependencia de Brasil de los combustibles fósiles importados, especialmente en un momento de inestabilidad en el mercado energético mundial.
Además de representar un paso estratégico hacia la autosuficiencia energética, el cambio tiene un impacto directo en el mercado agrícola, especialmente en las cadenas de maíz y soja. En el caso del etanol, se prevé una demanda adicional de hasta 2 mil millones de litros de etanol anhidro al año, un impulso que tiende a consolidar al maíz como el principal vector de crecimiento en la producción de biocombustibles.
Yedda Monteiro, analista de inteligencia y estrategia de Biond Agro, cree que la decisión es más que una simple directriz técnica: «La adopción simultánea de B15 y E30 es un claro mensaje político y económico: Brasil quiere y puede ser un actor global en la transición energética basada en la agricultura. La cadena de producción de soja y maíz se beneficiará directamente del aumento de la demanda, la inversión y la previsibilidad de los precios», afirma.
Según datos de Biond Agro, Brasil puede anticipar el uso de más de 2025 millones de toneladas de maíz en la producción de etanol para 30, un volumen que anteriormente estaba proyectado solo para 2026. Estados como Paraná, Rio Grande do Sul, Bahía y Tocantins deberían ser los principales beneficiarios de las inversiones en nuevas instalaciones de la industria de etanol de maíz.
Además, la nueva política de energías renovables también busca descentralizar la producción energética, lo que repercute directamente en las regiones del interior vinculadas a la agroindustria. La tendencia es que la expansión de la bioenergía impulse nuevos centros de producción de etanol y biodiésel fuera de los grandes centros urbanos, generando empleos, ingresos e infraestructura en las zonas rurales.
El aumento de los precios del biodiésel debería impulsar el consumo interno de soja, pero aún enfrentamos desafíos, como una fuerte dependencia del mercado externo. Idealmente, el crecimiento de la bioenergía debería ir acompañado de políticas que estimulen el uso industrial interno de la soja, señala el analista.
La expansión de B14 a B15 también proyecta impactos directos en el procesamiento de soja en Brasil. Según el estudio Biond, el país debería procesar alrededor de 73 millones de toneladas de este grano en 2025, impulsado por la demanda interna de salvado y aceite.
“Este avance regula el mercado, estimula la trituración nacional y reduce la dependencia de las exportaciones como única alternativa. Es un paso importante para fortalecer la autonomía energética del país, basada en lo mejor que tenemos: nuestra agricultura”, afirma Yedda.
La decisión del CNPE se produce en medio de un escenario geopolítico inestable en Oriente Medio, una región clave para el suministro mundial de petróleo. Al mismo tiempo, refuerza el compromiso de Brasil con una matriz energética más limpia, diversificada y resiliente.
“El aumento simultáneo del E30 y del B15 demuestra que Brasil está invirtiendo en combustibles renovables no sólo por sostenibilidad, sino como vector de seguridad energética y desarrollo regional”, concluye Yedda Monteiro.
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