Las malezas eudicotiledóneas requieren atención en el manejo

Caruru, horseweed, cravorana, picão-preto y algodoncillo amenazan la productividad de la soja y el maíz

26.11.2024 | 10:31 (UTC -3)
Revista Cultivar
Foto de : Giliardi Dalazen
Foto de : Giliardi Dalazen

A medida que avanza el período de siembra de cultivos de verano, la presencia de malezas resistentes a herbicidas representa un desafío creciente para los agricultores en varias regiones de Brasil. Varias especies de malezas eudicotiledóneas han generado preocupación debido a su alta capacidad de infestación y resistencia a los herbicidas ampliamente utilizados.

Los ejemplos incluyen el complejo caruru, la pulga, la cravorana, el picão negro y el algodoncillo. Estas especies han provocado importantes pérdidas de productividad en cultivos como la soja y el maíz, alcanzando reducciones superiores al 50% en algunos casos.

El complejo carurú

El complejo caruru, formado por varias especies del género Amaranthus, como el caruru blanco (Amaranto híbrido var. paniculatus) y el palmeri caruru (Amaranto palmeri), ha sido especialmente problemático.

Caruru es una planta de ciclo anual, con alta capacidad de producción de semillas, capaz de generar hasta 500 semillas por planta, las cuales permanecen viables en el suelo hasta por cinco años. Este comportamiento contribuye a su persistencia y proliferación en áreas agrícolas, especialmente en regiones como Paraná, donde se ha reportado cada vez más resistencia al control químico.

En 2022, según datos de la investigación, en el estado se aplicaron aproximadamente 700 mil kilos de herbicidas, con énfasis en el uso de glifosato (29,34%) y 2,4-D (16,35%). Aun así, en varias regiones del estado, como Tibagi, Ponta Grossa y Cascavel, los casos de fuga del control son recurrentes.

el tábano

Otra maleza destacada es la hierba de caballo (coniza sumatrensis, Conyza bonariensis e Conyza canadensis). Tiene un ciclo anual o bianual y alta producción de semillas, con capacidad de producir hasta 600 mil semillas por planta.

Esta especie ha mostrado gran resistencia a herbicidas, como glifosato y glufosinato. La hierba de caballo es capaz de reducir la productividad de la soja por metro cuadrado hasta en un 14% y su control se vuelve difícil una vez establecido el cultivo.

la cravorana

La cravorana (Ambrosia Artemisiifolia), a su vez, es otra planta que ha preocupado a los agricultores. De ciclo anual y reproducción a través de semillas que pueden permanecer viables en el suelo durante más de 40 años, la cravorana es especialmente resistente al control químico cuando la planta alcanza las cuatro hojas.

La asociación de técnicas de control mecánico, como la siega y la posterior fumigación, ha demostrado ser eficaz en algunas zonas.

La lucioperca negra

La lucioperca negra (Bidens pilosa e Bidens subalternos) es otra maleza resistente que afecta cultivos como la soja, el maíz y el algodón. Puede reducir la productividad hasta en un 30%, además de provocar daños en las fibras de algodón. La resistencia al glifosato ha sido un problema creciente, especialmente en áreas donde el uso repetido de herbicidas inhibidores de ALS ha sido común.

el lechero

El lechero (Euforbia heterophylla), también conocido como maní silvestre, es una planta anual con fisiología tipo C4, lo que le confiere una alta capacidad de crecimiento y reproducción. Su resistencia a los inhibidores de ELA y al glifosato ha dificultado su manejo.

Prácticas como el uso de herbicidas preemergentes, la combinación de diferentes mecanismos de acción y la aplicación secuencial se recomiendan para el control del algodoncillo, especialmente en zonas de alta infestación.

Manejo de resistencia

La resistencia a los herbicidas ha obligado a los agricultores a adoptar nuevas estrategias de manejo para controlar estas malezas. Además del uso de herbicidas, se recomienda adoptar prácticas como el control cultural, que tiene como objetivo darle al cultivo principal una ventaja competitiva frente a las plantas invasoras.

Una medida importante es el control preventivo, que incluye la limpieza de máquinas y equipos antes de su uso en áreas no infestadas, para evitar la introducción de estas plantas a nuevas áreas productivas. La inspección constante de los bordes de los cultivos y otras áreas no cultivadas es esencial para eliminar las plantas antes de la producción de semillas.

Otro punto crucial es la gestión integrada, que combina acciones químicas y no químicas. El uso de herbicidas con diferentes mecanismos de acción, así como aplicaciones secuenciales, ha mostrado resultados positivos en el control de especies resistentes.

En situaciones donde las malezas están presentes en etapas avanzadas de desarrollo, es común el uso de herbicidas como glufosinato y diquat en aplicaciones cercanas al período de siembra, muchas veces asociados con herbicidas residuales. Para el maíz, por ejemplo, la aplicación post-emergente de atrazina es una opción viable, especialmente cuando se combina con otros herbicidas.

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