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Una innovación brasileña busca reducir las pérdidas poscosecha de frutas, que alcanzan un alarmante 80% en algunas especies. Embrapa Meio Ambiente (SP) presentó un dispositivo que permite monitorear, en tiempo real, cómo se distribuye el calor dentro de las frutas durante el tratamiento hidrotérmico. Esta técnica es esencial para asegurar un control eficiente de enfermedades después de la cosecha y preservar la calidad de la fruta, satisfaciendo las demandas de los mercados internacionales.
Según el investigador Daniel Terao, creador del dispositivo, el tratamiento térmico no sólo elimina los microorganismos dañinos sino que también fortalece las defensas naturales de la fruta. “El calor provoca cambios bioquímicos y físicos que protegen la fruta, como el cierre de microheridas en la capa de cera, impidiendo la entrada de hongos oportunistas”, explica.
El nuevo dispositivo es una pieza clave para validar el tratamiento hidrotermal a gran escala. Mide cómo se distribuye el calor desde la superficie hasta la pulpa de la fruta, asegurando que la temperatura aplicada sea suficiente para eliminar patógenos sin dañar la calidad del producto. “Sin un seguimiento adecuado, existe el riesgo de que la fruta sufra daños cualitativos, como cambios en la textura y el sabor”, advierte Terao. La tecnología también facilita el cumplimiento de los estándares internacionales de salud y calidad, esenciales para mantener a Brasil como uno de los mayores exportadores de frutas del mundo.
El dispositivo se utiliza para estudios de transmisión de calor durante el tratamiento hidrotermal mediante la pulverización de agua caliente sobre frutas en un movimiento giratorio. Consiste en un registrador electrónico de datos, el cual se encuentra protegido dentro de un contenedor. La fruta se coloca en un espacio de alojamiento regulable y se conectan sensores de temperatura (termopares), una sonda insertada en la fruta a diferentes profundidades y la otra sonda conectada al registrador electrónico de datos, lo que permite monitorear la transmisión de calor a través de la fruta, en tiempo real, durante el tratamiento hidrotermal. Esto permite ajustar la temperatura del tratamiento térmico para no perjudicar la calidad de la fruta.
Brasil, el mayor exportador mundial de jugo de naranja y uno de los principales productores de frutas como mango, melón y papaya, enfrenta un grave problema: las pérdidas poscosecha. Debido al transporte inadecuado, la falta de refrigeración y tratamientos ineficaces, anualmente se desechan toneladas de fruta.
Entre las enfermedades que pueden afectar los frutos en postcosecha se encuentran las manchas necróticas y pudriciones causadas por el hongo Neofusicoccum parvum; Se producen pérdidas importantes debido a Fusarium pallidoroseum en los melones durante el transporte y el almacenamiento; y en los cítricos, el moho verde y otras infecciones comprometen la cadena de producción. Estas enfermedades reducen la calidad y cantidad de fruta disponible, impactando directamente en la economía nacional y en la competitividad de las exportaciones brasileñas.
La investigación de Embrapa apunta al tratamiento hidrotermal (foto abajo) como una solución sostenible para el control de enfermedades poscosecha. Esta técnica utiliza la pulverización de agua caliente sobre cepillos giratorios para desinfectar los frutos y activar sus mecanismos naturales de defensa.
Con el aumento de las restricciones al Límite Máximo de Residuos (LMR) de pesticidas en los mercados internacionales, como la Unión Europea y Estados Unidos, el sector frutícola brasileño busca alternativas menos químicas y más sostenibles.
Además, los microorganismos que atacan las frutas a menudo producen micotoxinas, sustancias que hacen que los alimentos no sean aptos para el consumo humano. Frutas como la papaya y el melón, al ser más suculentas, son especialmente vulnerables a estos agentes.
Se ha presentado la solicitud de patente para el dispositivo, lo que marca un paso importante hacia su aplicación comercial. Sin embargo, aún quedan retos por superar, como adaptar la tecnología a diferentes tipos de frutas e integrarla con métodos de control biológico. Para ello, Embrapa busca un socio privado para finalizar el producto y llevarlo al mercado. Las empresas interesadas pueden contactarnos por correo electrónico: cnpma.spat@embrapa.br
Los investigadores creen que, con el uso de tecnologías como ésta, Brasil puede reducir significativamente las pérdidas poscosecha, fortalecer su competitividad internacional y adoptar prácticas agrícolas más alineadas con las demandas globales de sostenibilidad.
El desperdicio mundial de alimentos sigue siendo uno de los mayores desafíos ambientales y sociales de nuestro tiempo. Cada año se desperdician alrededor de 1,3 millones de toneladas de alimentos, lo que representa el 30% de toda la producción mundial. Las frutas, verduras y tubérculos se encuentran entre los alimentos más desechados, muchas veces por problemas de apariencia que no comprometen su seguridad ni su calidad nutricional. Este desperdicio no sólo implica pérdidas económicas, también agrava problemas ambientales, como el uso excesivo de agua, tierra y energía, además de contribuir a importantes emisiones de gases de efecto invernadero (Unep – Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, FAO).
Además, la mayor parte de estas pérdidas se producen durante las fases de producción, transporte y almacenamiento, mientras que los residuos relacionados con el consumo representan una proporción menor, pero aún significativa. Para mitigar estos impactos, existen esfuerzos globales alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el ODS 12.3, que busca reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita para 2030. La FAO, junto con socios internacionales, trabaja para medir y monitorear el progreso a nivel global, además de implementar campañas de concientización como #SemDesperdício en Brasil (ONU y FAO).
Estudios recientes también destacan que los consumidores están cada vez más dispuestos a comprar alimentos con apariencia imperfecta, siempre que se garantice su seguridad y sabor. Esto ha motivado campañas e iniciativas para cambiar los patrones de consumo y reducir el desperdicio innecesario en las cadenas minoristas (ONU y FAO).
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