La coalición defiende el suelo como base para un futuro sostenible

El Día del Suelo, 15 de abril, llama la atención sobre la urgencia de buenas prácticas y políticas públicas

11.04.2025 | 16:29 (UTC -3)
Danielle Feltrin

La forma en que se gestiona el suelo incide directamente en la regulación del clima, la seguridad hídrica, el mantenimiento de la productividad agrícola y la captura y almacenamiento de carbono. La celebración del Día Nacional de la Conservación del Suelo, el 15 de abril, resalta cuán estratégico es el debate sobre la salud del suelo en el país, especialmente en un momento en que Brasil se prepara para albergar la 30ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 30).

El gobierno federal pretende presentar metas ambiciosas, como una reducción del 67% de las emisiones de CO₂ para 2035, y destacar los avances del Plan Clima, principal instrumento para orientar las acciones de mitigación y adaptación al cambio climático. En este contexto, la salud del suelo cobra protagonismo al conectar agendas estratégicas como la seguridad alimentaria y la promoción de una agricultura baja en carbono.

“Hacer un uso más eficiente de las áreas ya consolidadas es esencial para que Brasil siga aumentando su producción agrícola sin tener que abrir nuevas áreas. La conservación del suelo es un pilar para asegurar un futuro sostenible para la agricultura y la sociedad”, afirma Fernando Sampaio, cofacilitador de la Coalición Brasileña por el Clima, los Bosques y la Agricultura, un movimiento que reúne a más de 400 empresas y organizaciones del sector privado, la academia y la sociedad civil.

En los últimos años, Brasil ha desarrollado y avanzado técnicas de recuperación y conservación de suelos, pero aún queda mucho por hacer: de toda el área ocupada por la agricultura en el país, el 60% está dedicada a pastos. De éstas, según el Laboratorio de Pastos de la Universidad Federal de Goiás, el 60% (o 107 millones) de hectáreas están en alguna etapa de degradación. Ante este escenario, el gobierno federal lanzó recientemente el Programa Nacional de Conversión de Pastizales Degradados en Sistemas de Producción Agropecuaria y Forestal Sustentables (PNCPD), que pretende recuperar y convertir hasta 40 millones de hectáreas de pasturas de baja productividad en áreas cultivables en diez años. Esta meta significa duplicar el área de producción de alimentos en Brasil sin deforestación. 

“La agricultura regenerativa no solo preserva el suelo y su biodiversidad, sino que también reduce las emisiones y aumenta la productividad. Es una situación claramente beneficiosa para los productores rurales. La transición de nuestra producción a la agricultura regenerativa es esencial para nuestro futuro. Este proceso ya está en marcha, pero puede acelerarse con políticas de incentivos e inversiones que consideren el impacto positivo de esta transición”, añade Sampaio, quien también es Director de Sostenibilidad de la Asociación Brasileña de Industrias Exportadoras de Carne (Abiec).

Estrategias de conservación

Conozca las estrategias impulsadas por la Coalición Brasil que promueven la conservación y regeneración del suelo en el campo:

  1. Siembra directa y rotación de cultivos: Estas prácticas reducen la exposición del suelo, mejoran su estructura y aumentan la retención de agua y nutrientes. Además, reducen la dependencia de los insumos químicos y contribuyen al secuestro de carbono en el suelo.
  2. Sistemas integrados, como la agroforestería y los sistemas de cultivo, ganadería y silvicultura (ICLF): La integración entre cultivos, ganadería y silvicultura mejora la productividad, protege el suelo contra la degradación y diversifica los ingresos en el campo.
  3. Pago por servicios ambientales (PSA): Es una forma de reconocer y recompensar económicamente a los productores que adoptan prácticas que conservan el suelo, protegen los manantiales y mantienen la vegetación nativa.
  4. Mejoramiento de los programas de agricultura baja en carbono: La ampliación y actualización de los programas de descarbonización de la agricultura implican la capacitación técnica continua y el fortalecimiento de la asistencia técnica rural.
  5. Fortalecer los mecanismos financieros para incentivar prácticas sostenibles: Es necesario mejorar programas como el Plan Safra, vinculando el acceso al crédito a criterios socioambientales. Por lo tanto, invertir en prácticas sostenibles se vuelve más ventajoso. 

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