Por Carlos Alberto Oliveira, de Escoop y Seapi/RS, Christian Bredemeier, André Luis Vian y Antonio Domingos Padula, de la UFRGS
26.12.2024 | 16:24 (UTC -3)
Entre las certezas que se establecen para la humanidad podemos enumerar la muerte, los cambios en las cosas y la necesidad de tomar decisiones en diferentes ámbitos. Desde los inicios de la humanidad, con distintos matices, ha sido así. Considerando este contexto, la actividad agrícola no está libre de este destino. Muchos de nuestros antepasados estaban comprometidos a producir alimentos y mantener a sus familias. Hoy ya no están entre nosotros y, claramente, la agricultura que practicaban también ha cambiado.
Se estima que, para el año 2060, la población humana aumentará en más de un 30%. Durante el mismo período, según proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se espera que el consumo de carne, por ejemplo, aumente más de un 70% y el de productos lácteos, un 60%. Por otro lado, la superficie de tierra cultivable aumentará sólo un 5% y los productores agrícolas tendrán que hacer frente a los desafíos que plantean el cambio climático y unas normas medioambientales cada vez más estrictas. Este escenario impone al entorno agrícola la necesidad de aumentar la eficiencia de los procesos productivos y la eficiencia del uso de insumos en la agricultura, al mismo tiempo que se debe incrementar la productividad. En evaluación del profesor Fábio Marin, de la Facultad de Agricultura Luiz de Queiroz (Esalq) de la Universidad de São Paulo (USP), ganar eficiencia en la agricultura es la única manera de garantizar la seguridad alimentaria de la población humana en el futuro y, al mismo tiempo, proteger los ecosistemas naturales.
La implementación y adopción de innovaciones y avances tecnológicos en la agricultura ha seguido creciendo desde principios del siglo XX, cuando la actividad pasó de los arados tirados por caballos a los tractores mecanizados. La llegada de la biotecnología vegetal, el uso de insumos químicos y, más recientemente, los sistemas de navegación por satélite, la agricultura de precisión y la propia agricultura digital han transformado la actividad agrícola en un entorno cada vez más intenso en relación al uso de tecnologías e innovaciones.
Las innovaciones agrícolas se aplican típicamente utilizando cuatro campos diferentes del conocimiento: biológico, químico, mecánico y administrativo (Evenson, 1974). Sin embargo, día a día se ha ido consolidando una nueva área del conocimiento que son las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). En el pasado, la televisión y la radio fueron las principales tecnologías de transmisión electrónica utilizadas e Internet surgió como un nuevo canal en las últimas dos décadas. En el pasado reciente, los pocos teléfonos móviles que existían tenían funciones limitadas, básicamente hacían llamadas telefónicas, almacenaban agendas de contactos y enviaban mensajes de texto. Más recientemente, las tecnologías de la información y las comunicaciones han pasado a incluir aplicaciones informáticas y herramientas de comunicación, como las redes sociales, los depósitos de información digital (en línea o fuera de línea) y los vídeos y fotografías digitales, así como los teléfonos móviles.
En los sectores de industria y servicios, la aplicación de herramientas digitales es una realidad consolidada con novedades diarias. Se entiende que el sector agrícola todavía está rezagado con respecto a otros segmentos económicos en la capacidad de recopilar, sintetizar y expresar datos como soluciones a los problemas (Jackson, 2016; Satariano y Bjerga, 2016). Históricamente, la geografía, el clima y las dimensiones económicas han limitado la capacidad de toma de decisiones de los administradores de los agronegocios. Aunque los gerentes desean medir el impacto de sus decisiones y acciones, normalmente el costo de medirlo excede los beneficios de hacerlo. Las innovaciones, que forman parte de una perspectiva amplia de las tecnologías de la información y las comunicaciones, ofrecen ahora el potencial de cambiar fundamentalmente el equilibrio costo-beneficio y, al hacerlo, promover el potencial de creación de valor en los agronegocios.
Necesidades y desafíos
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ya están presentes en la agricultura y, progresivamente, el software será tan esencial en este sector como lo es en el área financiera, el comercio e innumerables segmentos de la industria. Elementos como la agricultura de precisión, las imágenes de satélite, los drones, los sensores conectados, la telemetría de las máquinas y los sistemas basados en la web pasarán de ser elementos complementarios a elementos básicos y cotidianos.
En este contexto digital, la conectividad es esencial. La difusión, almacenamiento y manipulación de información se produce principalmente de forma electrónica, y el volumen de datos recopilados crece exponencialmente en el entorno agrícola, especialmente considerando la generación de información proporcionada por diferentes herramientas de Agricultura de Precisión, como monitores de productividad, sensores de suelo y plantas, mapeo por vehículos aéreos no tripulados (UAV), imágenes satelitales, recolección automática de datos operativos de máquinas agrícolas (Telemetría) e información sobre variables meteorológicas, entre otras fuentes de información. La recopilación, transmisión y manipulación de este gran volumen de información dio como resultado el concepto de “Granja Conectada”.
En Brasil, según datos del IBGE (2018), en 2016, 116 millones de personas estaban conectadas a internet. En el ámbito rural, el Censo Agropecuario de 2017 indica la presencia de conexión a internet en el 28% de las propiedades rurales (Cuadro 1). Al considerar las realidades regionales, se advierte una marcada disparidad, que puede estar relacionada con variaciones en la densidad demográfica, las condiciones de relieve y el desarrollo económico entre las diferentes regiones del país.
Tabla 1 - número total de propiedades y propiedades con acceso a Internet, en diferentes regiones de Brasil
En relación al tipo de conexión adoptada, predomina el internet móvil, seguido de la banda ancha y, en menor medida, la conexión dial-up (Tabla 2). La categoría puede influir en la calidad de la señal y las velocidades alcanzadas, influyendo así en la experiencia del usuario al utilizar herramientas digitales. Los datos también demuestran que el principal medio de acceso a internet de los productores rurales es a través de teléfonos inteligentes, condición que respalda el camino seguido por muchas AgTech que han desarrollado aplicaciones para teléfonos móviles.
El desarrollo de tecnologías de conectividad amplía la perspectiva de superar las brechas de acceso, especialmente a internet en el campo, como por ejemplo internet vía satélite y radios de mayor alcance. En el caso de la aplicación para dispositivos IoT, también se están desarrollando tecnologías como LoRa (Long Range) y LPWAN (Low Power WideArea Network), que tienen como objetivo suplir el consumo de ancho de banda de los dispositivos y tener un mayor alcance.
Tabla 2 - tipo de conexión adoptada en propiedades con acceso a internet, en diferentes regiones de Brasil
Además de los desafíos que plantea la infraestructura de acceso a medios digitales para ampliar el uso de herramientas de la agricultura digital, es necesario resaltar que el factor humano también necesita preparación para la inserción y avance de la agricultura digital. El uso de estas nuevas tecnologías y herramientas impone nuevos desafíos relacionados con la necesidad de mejora y especialización de la fuerza laboral que trabaja en las zonas rurales. De hecho, en una encuesta realizada en 2011, se destacó que el principal problema que enfrentan las empresas que ofrecen software para agronegocios es la falta de preparación organizacional del cliente para recibir la tecnología (Mendes, Oliveira y Santos, 2011). Por tanto, la formación y cualificación de los productores rurales y otros actores del entorno agrícola para aprender a utilizar los recursos tecnológicos y las técnicas de gestión se perciben no sólo como necesarias, sino también imprescindibles para la difusión de la digitalización dentro de la agricultura, uno de los pilares. para la modernización de este sector.
El proceso de transición de la agricultura analógica al modelo digital pasa por las expectativas de la nueva generación de agricultores, que tienen experiencias de contacto con la tecnología fuera de la agricultura, algunos de los cuales son “nativos digitales”. Actualmente, un gran reto es ampliar y ampliar medios, procesos y formación y demostrar, de forma sencilla y práctica, las ventajas que las herramientas de la agricultura digital pueden aportar para aumentar la eficiencia y la gestión de las propiedades y de la actividad agrícola.
Beneficios y potencial
En resumen, cuantos más datos genera la agricultura digital, más cambian los siguientes factores: diseño de productos, preferencias de los clientes, estrategias comerciales e incluso estructuras organizativas.
Las tecnologías digitales también han tenido impactos importantes al conectar a los agricultores con sus mercados, reducir los costos de transacción, aumentar la eficiencia y estimular la innovación dentro del sector (Deichmann, Goyal & Mishra, 2016). En esta avalancha de posibilidades, es necesario prestar atención, ya que la atención no debe centrarse en las innumerables tecnologías, sino en su aplicación para ayudar en la gestión y las decisiones de gestión que aumentan la productividad y la rentabilidad empresarial.
La agricultura digital comprende el uso intensivo de diversas herramientas informáticas, aplicadas a la gestión técnica, organizativa y económica de propiedades agrícolas, para ayudar a los productores rurales en la toma de decisiones. Esta nueva agricultura enfrenta un gran desafío, considerando que los productores rurales necesitan tomar decisiones constantemente, y la digitalización de la actividad agrícola puede brindar soluciones y decisiones basadas en información recopilada de múltiples fuentes, y no solo brindar “datos”.
En este viaje hacia la revolución digital entre lo que está disponible hoy y la visión futura de un cultivo o granja conectada con decisiones totalmente respaldadas por la tecnología, los productores deben medir sus pasos. No es recomendable quedarse atrás en la adopción de nuevas tecnologías que vienen a ayudarte. Sin embargo, se debe evaluar cuidadosamente lo que cada tecnología disponible ya puede ofrecer en términos de resultados en comparación con su costo. Por ello, es importante recordar que no existen soluciones “milagrosas” y los resultados de un buen manejo no siempre se observan en una sola cosecha agrícola. Algunas tecnologías llegaron para quedarse, otras aún necesitarán madurar y será el productor quien separe unas de otras, evaluando los resultados de las próximas cosechas. De hecho, la tecnología no reemplaza el conocimiento agronómico, pero es una herramienta más que puede ayudar a los productores a trabajar con la máxima precisión y asertividad en su actividad. Los mayores desafíos, además de organizar y manipular el gran volumen de datos proporcionados por las herramientas agrícolas digitales, son la integración de la información y el diseño de prácticas de gestión agrícola y de gestión de propiedades rurales.
El avance de la agricultura digital puede, considerando el potencial de sus herramientas, representar la fase más transformadora y disruptiva de la agricultura en los últimos diez mil años, desde que el hombre cambió su condición de nómada y recolector/cazador a productor de alimentos y criador de animales. Un hecho apremiante es que el productor rural de hoy, en el mediano y largo plazo, sólo continuará en esta condición si continúa cambiando. De esta manera, la constancia depende del cambio. La agricultura digital tiene el potencial no solo de cambiar la forma en que los agentes llevan a cabo sus actividades, sino que también tiene el potencial de transformar fundamentalmente la cadena de valor de los agronegocios en su conjunto.
Conceptos y elementos de la agricultura digital.
La conectividad y la inmersión tecnológica que proporcionan los smartphones en las zonas urbanas ganan cada vez más terreno en las zonas rurales. La tendencia en el sector agrícola es centrarse en la tríada: tecnologías, capacidad de gestionar datos relacionados con la producción y sostenibilidad en su totalidad, en un contexto de provisión de alimentos a la creciente población.
La agricultura digital se refiere al uso de internet, software y la conjunción de la Agricultura de Precisión (AP), el “Internet de las Cosas” (IoT – Internet of Things) y las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Asociado a estos tres segmentos, surge un enfoque relacionado con nuevas herramientas capaces de capturar, procesar, analizar y sintetizar un gran volumen de datos con diferentes características, el “Big Data”, siendo la cada vez mayor disponibilidad de tecnologías digitales la base para esta nueva etapa. de la agricultura.
Lo que distingue a la Agricultura Digital o Agricultura 4.0 (en alusión al término Industria 4.0, que trata del uso de conceptos similares en el entorno industrial) de otros momentos de evolución tecnológica son los proveedores de soluciones que avanzan hacia el sector agrícola. Las llamadas startups, un tipo de empresa, generalmente de base tecnológica, que tiene como objetivo desarrollar un modelo de negocio escalable, repetible, enfocado en un producto, servicio, proceso o plataforma para la resolución de desafíos.
Las empresas emergentes centradas en la agroindustria se denominan AgTech y utilizan tecnologías para desarrollar soluciones, como aplicaciones y sistemas para organizar operaciones agrícolas y gestión empresarial, incluido el seguimiento de cultivos, el seguimiento de animales y el apoyo a la toma de decisiones, por nombrar solo algunos ejemplos. De hecho, las startups vinculadas al agronegocio ya constituyen el segundo mercado más grande del sector, solo superado por el sector financiero. Encuestas recientes realizadas en 2018 indican la existencia de más de 500 de estas empresas en Brasil, con un crecimiento de casi el 70% anual, lo que resalta la importancia de generar nuevas tecnologías y su aplicabilidad en el sector de producción primaria. Puede que todos estos términos todavía suenen lejanos del entorno agrícola, pero esto es sólo una indicación de que el movimiento digital apenas está comenzando y que hay muchas oportunidades de desarrollo y aplicación abiertas. Como todos los nuevos desarrollos, también hay desafíos que superar para adoptar plenamente soluciones digitales en la agroindustria.
Linea del tiempo
Década de 1960
Desarrollo de los primeros híbridos de maíz doble.
Inicio del uso de la mecanización de forma más amplia.
Uso de fertilizantes y correctores de acidez del suelo.
Década de 1970
Implementación de los primeros cultivos de siembra directa.
Mayor difusión del uso de fertilizantes químicos.
Avances significativos en la mejora genética.
Década de 1980
Difusión del sistema de siembra directa.
Uso de pesticidas para el control de malezas.
Década de 1990
Híbridos de maíz triples y simples.
Genotipos de soja adaptados a regiones de latitudes bajas.
Maquinaria con mayor eficiencia y precisión.
Inicio de la difusión de la agricultura de precisión en el mundo (monitores de cosecha, uso civil de los sistemas de navegación por satélite, primeras empresas proveedoras de servicios AP, barra de luces).
Década de 2000
Maquinaria de alta eficiencia y precisión.
Mayor difusión de la agricultura de precisión en Brasil.
Difusión del uso de sensores en la agricultura.
Desarrollo industrial de máquinas e implementos más precisos y adaptados para aplicar dosis variables de fertilizantes y correctivos, aparición del piloto automático.
Liberación para cultivo comercial de los primeros cultivares transgénicos en Brasil.
Década de 2010
Telemetría, encuestas y transmisión automática de datos, Internet de las Cosas.
Aplicaciones a las que se puede acceder mediante teléfonos inteligentes o tabletas.
Obtención y manipulación de grandes volúmenes de información (Big Data).
Robótica aplicada a la agricultura.
Vehículos aéreos no tripulados en agricultura.
Agricultura digital.
*Por Carlos Alberto Oliveira, de Escoop y Seapi/RS, Christian Bredemeier, André Luis Vian e Antonio Domingos Padula, de la UFRGS
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