Cuidado temprano de plagas de soja

El control de las plagas iniciales de la soja se realiza mediante tratamiento de semillas o aspersión, aplicada al surco de siembra o a la parte aérea de las plantas de soja.

08.11.2022 | 14:21 (UTC -3)
Sternechus subsignatus adulto; Foto de : Dirceu Gassen
Sternechus subsignatus adulto; Foto de : Dirceu Gassen

Las plagas iniciales de la soja son aquellos organismos que atacan al cultivo durante las etapas de germinación de la semilla hasta aproximadamente 30 días después de la emergencia. Estos organismos son artrópodos que dañan las etapas iniciales del desarrollo del cultivo, pudiendo afectar negativamente el soporte, el vigor, la uniformidad de las plantas así como el rendimiento de grano del cultivo.

El cultivo de soja en el sistema de siembra directa (SPD) aporta numerosas ventajas respecto al sistema de cultivo tradicional. Sin embargo, el SPD favorece el desarrollo de plagas iniciales como las plagas del suelo en el cultivo, ya que el suelo no se altera con grada y/o arado. Los daños causados ​​por el corós en la soja resultan del consumo de raíces o incluso de nódulos de fijación biológica de nitrógeno, lo que resulta en una reducción de la capacidad de las plantas para absorber agua y nutrientes del suelo y nitrógeno atmosférico, a través de la fijación biológica. La intensidad del daño por corós es mayor en plantas jóvenes en condiciones de déficit hídrico. Las plantas atacadas por corós presentan un retraso en el desarrollo, seguido de amarilleamiento, marchitez y muerte. En condiciones de alta infestación del suelo, puede ocurrir una pérdida del 100% de la cosecha, especialmente cuando las larvas están más desarrolladas. El daño de las chinches marrones se produce como resultado de la succión continua de las raíces de las plantas, lo que puede provocar coloración amarillenta, subdesarrollo e incluso la muerte. Los cultivos atacados por chinches pardas tienen diferentes grados de susceptibilidad, siendo el algodón el más susceptible, seguido de la soja, el maíz, el sorgo y el arroz.

La aparición de plagas iniciales que atacan la parte aérea de las plantas de soja generalmente está asociada al cultivo precursor de la soja. En este grupo de plagas podemos mencionar la aparición de orugas Spodoptera frugiperda, babosas, caracoles y el oso hormiguero de la soja.

La cobertura vegetal, destinada a la producción de paja en el SPD (por ejemplo, avena, trigo y brachiaria), puede promover el desarrollo de altas poblaciones de orugas de la especie Spodoptera frugiperda, especialmente en los períodos más secos del año. Las orugas de esta especie pueden cortar plántulas de soja cerca del suelo o alimentarse de su follaje, lo que puede provocar su muerte y, en consecuencia, una reducción del rodal de soja. Sin embargo, el manejo de esta plaga en el SPD es posible cuando se utiliza la tecnología correcta y en el momento adecuado.

Las babosas y los caracoles son moluscos de la clase Gastropoda y se encuentran, con mayor frecuencia, en ambientes húmedos y frescos. Estas plagas son más abundantes en suelos con mayor cantidad de paja y materia orgánica, tal y como se observa en la SPD. Tanto las babosas como los caracoles se alimentan de los cotiledones, tallos y folíolos de las plántulas de soja recién emergidas, con lesiones similares a las causadas por insectos, que pueden destruir la porción apical y causar la muerte, reduciendo así el soporte del cultivo. El oso hormiguero de la soja es una especie en la que adultos y larvas pueden causar daños al cultivo. Los adultos raspan y desmenuzan los tejidos del tallo principal de la soja y, eventualmente, las ramas laterales y pecíolos de las hojas, mientras que las larvas son endofíticas, es decir, se alimentan dentro del tallo principal, más precisamente de la médula.

El control de las plagas iniciales de la soja se realiza mediante tratamiento de semillas o aspersión, aplicada al surco de siembra o a la parte aérea de las plantas de soja. El control de corós y osos hormigueros de la soja se puede realizar eficientemente mediante el uso de insecticidas neonicotinoides aplicados a las semillas. En cuanto a la chinche parda, la mejor alternativa de control es la aspersión de insecticidas en el surco de siembra o mediante el cultivo de coberturas, en sucesión o rotación, que no sean aptas para el desarrollo del insecto, como el cáñamo solar. Las orugas, babosas y caracoles de S. frugiperda se pueden controlar rociando insecticidas en las plantas de soja.

Crédito José Ávila, Investigador de Embrapa

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