Evaluación del desempeño de un alimentador de discos alveolares en la distribución de semillas de maíz.
Por Airton dos Santos Alonço, Tiago Rodrigo Francetto, Antonio Robson Moreira y Bruno Christiano Correa Ruiz Zart, Laserg/UFSM
La cosecha 2023/2024 en el Cerrado brasileño se caracterizó por ser una de las más desafiantes para los productores rurales y, entre las adversidades enfrentadas, sin duda el clima fue el que se convirtió en el mayor desafío.
La cosecha inició con el llamado “el Niño”, catalogado como de alta intensidad, que trae irregularidades en el normal establecimiento de las precipitaciones; y una fuerte alternancia entre fuertes lluvias y veranos prolongados. A esto se suman las altas temperaturas. En algunas regiones del estado se registró un aumento de alrededor de dos a tres grados centígrados (°C) en las temperaturas promedio en comparación con el año anterior.
Naturalmente, por el factor climático se produjeron cambios en el calendario de siembra, principalmente en cultivos como la soja y el algodón. La condición también contribuyó a la disminución del desempeño de los herbicidas para el control de malezas y tigueras, dejando una alta presencia de “invasores” en el ambiente que se convirtieron en fuente de multiplicación y refugio de plagas.
Este escenario se ha convertido en el ambiente perfecto para la proliferación de algunos grupos de insectos considerados plagas, que en altos índices de ocurrencia impactan directamente en el aumento de los costos de producción. Entre ellos destacó la mosca blanca, Bemisia tabaci, un insecto chupador y muy polífago. Durante la cosecha, la mosca presentó índices poblacionales muy altos y en consecuencia destacó como una de las principales plagas de la cosecha. También ha ocurrido en el maíz, un cultivo que, en comparación con la soja y el algodón, es un huésped mucho menos preferido.
Las moscas blancas en años con climas más suaves tienen un ciclo de desarrollo de unos 25 días. Bajo las condiciones vividas en la actual cosecha, combinadas principalmente con el aumento de temperatura, se produjo una aceleración en su ciclo de desarrollo hasta alrededor de 18 días. En consecuencia, hubo un mayor número de generaciones a lo largo de la cosecha.
Este factor fue comprobado por el productor en campo, quien puntualmente realizó un mayor número de aplicaciones de insecticidas. Estas aplicaciones, dependiendo del momento, no parecieron reducir la población de plagas. Y eso generó algunas dudas. Por ejemplo, ¿qué biotipo predomina en la región (B o Q)? ¿Ha habido una caída en el rendimiento de algunas moléculas? ¿Ha demostrado ser eficaz la gestión biológica en estas condiciones climáticas?
El biotipo Q de mosca blanca tiene un perfil toxicológico diferente al biotipo B. Moléculas como el piriproxifeno, el acetamiprid y la buprofezina, por ejemplo, muy utilizadas y con buen desempeño para el control de la mosca blanca del biotipo B, no funcionan bien contra el biotipo Q. Es decir, controlar el biotipo Q es mucho más complicado, ya que existen menos opciones para estructurar un programa de manejo.
Dentro de la recopilación de pruebas realizadas por el Instituto Matogrossense do Algodão (IMAmt) en la actual cosecha, se observó que los productos a base de piriproxifeno, utilizados de forma aislada, mostraron una disminución en el rendimiento. Esto ocurre debido a una alta exposición a la molécula. En el escenario actual, pensando en el control de la mosca blanca, esta es sin duda la molécula más utilizada. Por tanto, esta exposición secuencial sin un plan de manejo de resistencias ajustado es completamente perjudicial para la molécula, ya que impacta en la selección de poblaciones tolerantes o resistentes.
Uno de los puntos esenciales para el éxito de los insecticidas biológicos es su correcta colocación. Factores como la temperatura, la luz, la humedad, el tiempo de aplicación y la compatibilidad con productos químicos tienen total influencia sobre el microorganismo. Por lo tanto, al aplicarlos, es necesario observarlos cuidadosamente.
Contra la mosca blanca, la mayoría de los productos utilizados son a base de hongos. Por lo tanto, se deben aplicar al final de la tarde, ya que la radiación UV puede impactar la germinación de las esporas, alterando el desempeño del microorganismo. En la actual cosecha, a pesar de las altas temperaturas, las noches tuvieron alta humedad, viabilizando el uso de esta herramienta.
En la actual cosecha, las zonas en las que se optó por la asociación entre insecticidas químicos y biológicos (compatibles) fueron aquellas que presentaron menores problemas con la plaga, resaltando la importancia de integrar diferentes herramientas para un mejor control de la plaga.
Se ha registrado una nueva molécula para el control de la mosca blanca en grandes cultivos. Se trata del insecticida químico Elestal Neo, compuesto por una mezcla de espiropidona (derivado del ácido tetrámico) y acetamiprid (neonicotinoide). Es una nueva opción para el control de esta plaga en cultivos agrícolas.
En los ensayos realizados el año pasado, se observó una alta eficacia de control de este insecticida en las poblaciones de mosca blanca presentes en Primavera do Leste y Campo Verde. Es, por tanto, una opción más para construir un buen programa de gestión encaminado a rotar principios activos con diferentes modos de acción. Esto es con el objetivo de reducir la frecuencia de selección de poblaciones resistentes y dar supervivencia a moléculas ya utilizadas.
por Jacob Crosariol Netto, Instituto del Algodón de Mato Grosso (IMA)
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