Manejo de chinches de vientre verde
El manejo de este insecto debe realizarse de manera racional y con gran discreción, para evitar que se agraven los problemas de resistencia y preservar las escasas tecnologías disponibles para su control.
Agresivo, difícil de identificar y con características genéticas, morfológicas y bioquímicas muy similares a las del grano cultivado, el arroz rojo desafía a productores e investigadores. El uso integrado de herramientas de gestión, que no favorezca el uso aislado de una única tecnología, es la forma de prevenir y minimizar pérdidas.
El arroz maleza conocido popularmente como arroz rojo pertenece a la misma especie que el arroz cultivado (Oryza sativa L.), ambos originarios de Asia. Desde esta región, probablemente como contaminante en las semillas de arroz cultivadas, se extendió a todas las demás regiones productoras de arroz del mundo. A nivel mundial, el arroz nocivo es la especie responsable de las mayores pérdidas en las superficies cultivadas con arroz. En Brasil, esta especie está muy extendida en las principales zonas productoras, reportándose una reducción de la productividad de hasta el 100%, cuando la ocurrencia es alta.
El arroz rojo o arroz negro recibió inicialmente su nombre por el color del pericarpio. Con el paso de los años y el continuo contacto con el arroz cultivado, su color y forma han ido cambiando. Actualmente es posible encontrar granos de diferentes colores, incluso blancos y con una forma similar a la cultivada. El proceso de aproximación fenotípica y genotípica observado en el arroz maleza ocurre debido al flujo de genes entre estos genotipos, donde el arroz cultivado actúa donando caracteres a través del polen al arroz maleza. Este, a su vez, se comporta como un buen aceptor durante la floración. Sin embargo, es importante resaltar que la tasa de cruce es baja, no excede el 5%, pero suficiente para proporcionar esta aproximación de caracteres entre el arroz cultivado y el arroz maleza.
La presencia conjunta de arroz nocivo y cultivado en el campo crea fácilmente confusión en la identificación. En general, el arroz dañino tiene mayor vigor inicial, mayor estatura y ciclo reducido. La presencia de trilla natural y latencia de las semillas son las características que propician la resiembra natural y futuras reinfestaciones de esta maleza. En este contexto, en zonas con presencia de arroz nocivo, cada año se añaden al suelo nuevas semillas de esta especie, que pueden permanecer latentes y viables en el suelo hasta por 30 años. Además, la germinación y emergencia desiguales a lo largo de los años tienen el potencial de aumentar la variabilidad y adaptabilidad del arroz dañino al sistema de cultivo.
La presencia de arroz nocivo en las zonas arroceras provoca daños directos e indirectos al cultivo. Directamente, las pérdidas se producen como consecuencia de su alta adaptabilidad al sistema de producción y por tanto alta competitividad por recursos esenciales como agua, luz y nutrientes, lo que se traduce en un menor desarrollo y productividad del cultivo. Indirectamente, la presencia de arroz nocivo durante la cosecha deprecia el producto cosechado, generando descuentos en el monto pagado al productor. En la industria, la contaminación con granos nocivos perjudica el procesamiento del arroz, reduce el rendimiento de los granos integrales y la calidad final del producto, además de limitar el precio recibido por el producto. Es importante resaltar que los nocivos granos de arroz son comestibles, pero no tienen la palatabilidad y cocción requerida por el consumidor. En consecuencia, la presencia de granos de arroz nocivos junto al arroz cultivado reduce significativamente el valor añadido del producto.
Se requiere un manejo eficiente de esta maleza para reducir los impactos en el cultivo y la calidad final del producto. Sin embargo, al pertenecer a la misma especie que el arroz cultivado, y tener prácticamente las mismas características genéticas, morfológicas y bioquímicas, el control de esta maleza resulta complicado. El manejo del arroz nocivo en el sistema de riego y pregerminado se basa en la presencia continua de agua en la zona, impidiendo la germinación y establecimiento del invasor. Esta herramienta de gestión se ha utilizado durante muchos años, sin embargo, no controla las plantas ya establecidas en la zona. Por lo tanto, se desarrolló el control químico utilizando herbicidas selectivos para cultivos.
El advenimiento de la tecnología Clearfield (CL), permitió el control del arroz nocivo después de su establecimiento, sin dañar el cultivo. Este sistema de producción se basa en el uso de cultivares tolerantes a herbicidas del grupo químico de las imidazolinonas. Los herbicidas utilizados fueron desarrollados especialmente para las condiciones de suelo y clima de Brasil y permiten el control selectivo de este invasor. Los cultivares de arroz CL no son transgénicos sino que resultan de mutaciones inducidas que dan lugar a plantas resistentes a estos herbicidas. Este sistema permite a los productores recibir semillas certificadas libres de arroz nocivo y también permite recuperar áreas abandonadas debido a una alta infestación. La adopción de esta tecnología por parte de los productores fue amplia y, actualmente, el cultivo de arroz CL Ocupa el 74,4% del área sembrada en Rio Grande do Sul, principal productor nacional.
Mantener la eficiencia tecnológica CL estuvo vinculado al cultivo discontinuo de estos cultivares en la misma zona durante más de dos años. Con el posterior cultivo convencional de arroz o rotación de cultivos o incluso ganadería. En muchos casos, esta recomendación no ha sido respetada, agravada por controles tardíos y el uso de dosis bajas de los herbicidas recomendados. En este escenario se observó la fuga de arroz nocivo y su presencia en la zona permitió el cruce con arroz cultivado. De esta manera, la resistencia a los herbicidas se transfirió al arroz dañino, haciéndolo tolerante, reduciendo la eficiencia de la tecnología. La evolución de la resistencia a las imidazolinonas en el arroz maleza también está asociada con la contaminación de las semillas mantenidas bajo control del productor y utilizadas en la siguiente cosecha.
El uso de cultivares. CL no puede ser la única herramienta utilizada en el manejo del arroz dañino, ya que requiere prácticas de manejo complementarias, implementadas incluso antes de la siembra. Se debe recomendar el uso de semillas certificadas, evitando la introducción de semillas de plantas malezas en el momento de la siembra. Se debe eliminar la práctica de utilizar semillas guardadas por los propios productores en la siguiente cosecha, para evitar esta contaminación al momento de la siembra. Por eso, cuando se piensa en el manejo adecuado del arroz nocivo, la semilla es el insumo más importante y el origen de la certificación se vuelve fundamental.
El manejo previo a la siembra de arroz basado en el uso de glifosato y paraquat ha resultado en importantes beneficios en el control de malezas, principalmente en la reducción del banco de semillas. Ambos reducen la infestación del arroz dañino mediante una desecación temprana, dejando el área limpia por más tiempo. Inicialmente se debe estimular la germinación de las semillas existentes en el banco, para su posterior desecación o control mecánico. Esta acción facilita el control previo, potenciando el establecimiento del arroz cultivado en un área libre del invasor, aumentando la efectividad del manejo del profundidad del agua y el control químico en el período post-siembra. En conjunto, estas acciones facilitan el control y retrasan la evolución del arroz maleza resistente a los herbicidas, especialmente a las imidazolinonas.
En el sistema de cultivo de regadío, la presencia de la capa de agua debe ser permanente, con entrada después del establecimiento del cultivo y remoción en la cosecha. El control de malezas es más efectivo cuando se anticipa la entrada de agua, con arroz en la etapa de 3 a 4 hojas. Además, la eficiencia de los herbicidas está directamente relacionada con el aporte de agua, es decir, cuanto antes mejor, ya que el retraso favorece el establecimiento y desarrollo de las malas hierbas.
La observación de escapes nocivos de arroz, dadas las acciones de manejo utilizadas, no es infrecuente y es necesario controlar estos escapes para evitar que las plantas produzcan semillas y su depósito en el banco de semillas. Cabe señalar que una sola planta de arroz maleza tiene capacidad para producir más de 2000 semillas, considerando que el 50% de ellas serán viables en el primer año, habrá 1000 nuevas plantas en la próxima cosecha. En este sentido, las estrategias que involucran la desbastar debe considerarse, promoviendo la eliminación de plantas indeseables antes de que formen granos. En el desbastar Se utiliza químico, guante y barra química, asociado a la aplicación de un herbicida sistémico. El uso de barras químicas sólo es posible para controlar el arroz dañino que es más alto que el arroz cultivado.
Nuevas tecnologías destinadas a controlar el arroz nocivo deberían llegar pronto al mercado nacional. El sistema Provisia proporcionará cultivares resistentes a herbicidas del grupo químico de ariloxifenoxipropionatos (FOP) y herbicidas inhibidores de ACCasa de página completa. A la fecha se encuentran en fase de pruebas. Teniendo en cuenta el escenario actual, la incorporación de tecnologías y conocimientos disponibles aún promueve un control satisfactorio del arroz nocivo. Sin embargo, el éxito en esta tarea no se logrará mediante el uso aislado de la tecnología, sino mediante el uso integrado de herramientas de gestión.
Artículo publicado en el número 218 de Cultivar Grandes Culturas, julio de 2017.
Reciba las últimas noticias sobre agricultura en su correo electrónico
El manejo de este insecto debe realizarse de manera racional y con gran discreción, para evitar que se agraven los problemas de resistencia y preservar las escasas tecnologías disponibles para su control.
Pasto de difícil manejo, el pasto de arroz, también debería estar en la lista de preocupaciones en las áreas de producción de la principal oleaginosa brasileña, no sólo en la rotación soja-arroz, sino también en las principales regiones productoras del altiplano, con posibilidades de presentar dificultades en el control del uso de glifosato