Gobierno facilita las importaciones de maíz: todos pagaremos el precio
Por Lucas Costa Beber, presidente de Aprosoja MT
En un mundo donde los desafíos asociados con la producción sustentable de alimentos se están intensificando, el crecimiento agrícola debe estar bien planificado y ordenado para reducir tanto los impactos climáticos en la producción de alimentos como la demanda de agua azul, es decir, la que se encuentra en ríos, lagos y embalses. En este contexto, es fundamental contar con metodologías y herramientas que puedan apoyar las políticas públicas orientadas al desarrollo regional sustentable.
La producción mundial de alimentos deberá aumentar aproximadamente un 60% para satisfacer la demanda proyectada para el año 2050. El desafío es aumentar la producción de manera sostenible, conciliando aspectos ambientales, económicos y sociales.
El clima es el factor que más influye en la producción agrícola. La incertidumbre, especialmente respecto de las precipitaciones, principal fuente de agua para los cultivos, compromete la estabilidad de la producción de alimentos, especialmente en la agricultura de secano, y pone en riesgo la seguridad hídrica de las cuencas hidrográficas.
En Brasil, principal productor y exportador de varios productos agrícolas, se ha observado una reducción de la producción agrícola en varias localidades debido a la reducción y/o mala distribución de las precipitaciones, principalmente en la región del Cerrado, que representa alrededor del 45% de la producción total. superficie agrícola nacional.
Estudios relacionados con las proyecciones climáticas en el Cerrado estiman aumentos de temperatura, extensión de la estación seca y reducción de la disponibilidad de agua, lo que podría comprometer la agricultura de la región, especialmente la de secano. Estas proyecciones tienen implicaciones aún más significativas para las zonas que ya están sujetas a conflictos relacionados con el uso y la asignación del agua.
Es esencial desarrollar resiliencia frente al cambio climático y mitigar los conflictos por el uso del agua. Las alternativas destacadas incluyen la intensificación de las prácticas agrícolas en áreas ya cultivadas, como pasturas degradadas, así como mejorar la gestión y planificación de los recursos hídricos locales con base en información hidrológica básica y confiable.
En el contexto de la intensificación, el riego aparece como una de las estrategias con mayor potencial para incrementar la producción en una misma superficie, reduciendo los efectos negativos del clima. Por otro lado, el crecimiento del riego, mayor usuario de recursos hídricos de Brasil, debe estar bien coordinado para no intensificar los conflictos por el uso del agua, especialmente en regiones que ya presentan baja disponibilidad hídrica. El principal desafío en estas regiones es conciliar la expansión del riego, apuntando a la estabilidad en la producción de alimentos, con la disponibilidad de recursos hídricos. En el Cerrado, cada vez es más importante producir más con menos agua.
El desarrollo de varias regiones se basa en su capacidad para desarrollar la agricultura de forma sostenible. La Agencia Nacional de Aguas prevé que el área irrigada en Brasil aumentará en 3,64 millones de hectáreas hasta el año 2030. Alrededor del 64% del área irrigada en Brasil está en la región del Cerrado.
Esta región, donde la agricultura es la base de la economía, cuenta ya con varias zonas en situación de estrés hídrico y con diferencias sociales debido a las diferentes oportunidades de acceso al agua. El crecimiento de la agricultura en el Cerrado debe estar muy bien planificado, priorizando cultivos más adecuados, fechas de siembra más apropiadas, rotaciones de cultivos más sostenibles y evitando regiones con baja disponibilidad de agua. El crecimiento desorganizado compromete la seguridad hídrica y alimentaria, empeorando la calidad de vida de las personas.
Identificar, en grandes regiones como el Cerrado, áreas más aptas para la producción, tanto en secano como bajo riego, es estratégico para establecer políticas públicas que apunten al desarrollo sostenible y a la mejora de la calidad de vida de las personas. La identificación de las regiones más adecuadas para la producción es una parte crucial de la planificación estratégica, cuyo desarrollo se ha visto obstaculizado por la falta de comprensión de la compleja interacción entre el clima, el suelo y las plantas. La dificultad de planificación aumenta por la falta de datos hidroclimáticos en las escalas espaciales y temporales adecuadas. Este hecho ha dificultado la planificación, ha contribuido a aumentar los conflictos por el uso del agua y ha comprometido el desarrollo del Cerrado.
Por otra parte, esta situación brinda una oportunidad para el uso de herramientas de planificación, como los indicadores de sostenibilidad. En relación a la disponibilidad de agua, se han desarrollado varios indicadores de sostenibilidad. Sin embargo, no permiten, al menos directamente, una evaluación comparativa de la idoneidad productiva de las zonas dentro de una región, lo que reduce la oportunidad de desarrollo en zonas con menor idoneidad. Por tanto, una herramienta adecuada debe ser capaz de indicar las zonas más adecuadas para el desarrollo de la agricultura de regadío y de secano, considerando las mejores épocas de siembra, variedades y rotaciones de cultivos.
Una de las iniciativas en este sentido fue el estudio desarrollado por Embrapa Cerrados en colaboración con la Universidad Federal de Viçosa (UFV). En este estudio se desarrolló el Índice de Viabilidad de la Producción Anual de Cultivos (IVP) para evaluar las áreas más adecuadas en una región determinada para la producción de cultivos anuales de secano y de riego. El IVP fue desarrollado para apoyar políticas públicas que contribuyan al crecimiento sustentable de la agricultura de secano y de riego. El IVP indica áreas, dentro de las regiones, que son más viables para la producción de cultivos agrícolas anuales, centrándose en la demanda y el suministro de agua. Su valor varía de cero a uno. Cuanto más cerca esté de la unidad, mayor será la idoneidad del área para producir un cultivo particular o una rotación de cultivos. El IVP se puede utilizar para comparar aptitudes entre zonas de una región, considerando diferentes fechas de siembra y rotaciones de cultivos.
El IVP está compuesto por dos indicadores para representar la agricultura de regadío (ISDIA) y de secano (ISDRA), que a su vez están compuestos por cinco indicadores cada uno. En el estudio de Embrapa y UFV, el IVP se aplicó en el Bioma Cerrado para el cultivo de soja, considerando tres épocas de siembra: 15 de septiembre, 15 de octubre y 15 de noviembre. Para obtener el IVP del Bioma Cerrado, se desarrolló un modelo computacional en lenguaje de programación Python. Este modelo simuló más de 20 mil regiones (píxeles), realizando más de 320 mil simulaciones. Además de evaluar la idoneidad agrícola de las áreas del Cerrado en relación a cada fecha de siembra, se evaluó la mejor fecha de siembra en cada área.
Los resultados indicaron que la viabilidad de la producción de soja es más favorable en las regiones Noroeste, Norte y Nordeste del Cerrado, cuando la siembra se realiza en los meses de octubre y noviembre, en comparación con septiembre. Aunque hay poca variación entre octubre y noviembre en estas regiones, el mes de octubre destaca con valores más altos. En la región Central del bioma, la diferencia entre la siembra en septiembre y octubre no es significativa. Sin embargo, al comparar la siembra en septiembre y noviembre, queda claro que septiembre es la opción más ventajosa. Y en las regiones Este, Sureste, Suroeste y Oeste, la siembra en septiembre es más viable en comparación con octubre y noviembre. Dentro de estas regiones, octubre, en general, destaca como el mes más adecuado para el cultivo de soja. Estos hallazgos ofrecen pautas valiosas para los agricultores a la hora de elegir las fechas de siembra.
El Índice de Viabilidad de la Producción Anual de Cultivos es una herramienta desarrollada para apoyar la planificación, buscando el desarrollo organizado y sustentable de la agricultura. Por tanto, se presenta como una herramienta para que los administradores y productores evalúen la idoneidad agrícola de las zonas de una región, indicando los mejores cultivos, épocas de siembra y rotaciones de cultivos.
Más información sobre el estudio de Embrapa y UFV se puede encontrar en el artículo científico: Ferreira, Fernanda Laurinda Valadares; Rodrigues, Linneo Neiva. Índice de viabilidad de la producción de cultivos agrícolas anuales. Sistemas Agrícolas, v. 222, pág. 104173-15, 2025. Disponible en: https://doi.org/10.1016/j.agsy.2024.104173
*Por Lineu Neiva Rodrigues, investigador de Embrapa Cerrados, y Fernanda Laurinda Valadares, Doctor en Ingeniería Agrícola por la Universidad Federal de Viçosa
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