Sembradoras: ¿neumáticas o mecánicas?
Por Lavínia Vieira de Brito, Eduardo Donizete S. Madeira, Antonio Tassio Santana Ormond y Evandro Freire Lemos, UEMG Passos
Las discusiones del G20, a pesar de su relevancia en el escenario económico global, siguen presentando pocos resultados concretos que beneficien a la agricultura brasileña. Estas reuniones tienden a reflejar puntos de vista sesgados que no consideran cuestiones fundamentales para el sector agrícola de Brasil.
La falta de equilibrio de intereses y de igualdad en las negociaciones, que garantizarían un trato justo y adecuado, son algunas de las barreras que impiden al país consolidarse como un actor estratégico y sostenible en el agronegocio global.
El sector agrícola brasileño enfrenta el desafío de competir con los subsidios ofrecidos por varios actores importantes, como Francia, que viene criticando cada vez más la sostenibilidad de la producción nacional mientras financia su propia agricultura, de dudosa sostenibilidad, a gran escala.
Es evidente la dicotomía entre la imagen vendida de la producción brasileña y la realidad de las inversiones e innovaciones que hacen de Brasil uno de los mayores exportadores mundiales. Brasil ha avanzado tanto en productividad como en sostenibilidad, pero esta narrativa a menudo se ignora fuera del país.
En la práctica, las reuniones del G20 han sido escenario de discursos que, lejos de apoyar la agricultura brasileña, muchas veces la perjudican.
De nuestro lado, algunos indicadores resaltan situaciones que necesitan mejora, como el aumento de la deforestación y los incendios, por ejemplo, asociados a la falta de mejores políticas estatales, que garanticen una evolución constante y promuevan una correcta evaluación de las prácticas sostenibles, ya correctamente implementadas. Lamentablemente, estas prácticas todavía no se alientan con el debido y necesario apoyo, incluido el financiero, debilitando el correcto y adecuado posicionamiento de nuestro país en el escenario internacional.
Incluso con una agricultura que adopta tecnologías de vanguardia, indiscutiblemente sustentables, Brasil continúa sin una dirección adecuada. Es necesario garantizar mínimamente lo que se espera de una comunicación asertiva, transparente y veraz, sustentada en una mejor seguridad jurídica. Además, una administración económica más eficiente es esencial para aumentar el atractivo de las inversiones y ayudar a ampliar la implementación de prácticas cada vez más sostenibles.
Este compromiso con las prácticas sustentables en Brasil es evidente, especialmente por el crecimiento del sector de nutrición vegetal. El uso de nuevas tecnologías más eficientes, comúnmente llamadas “especiales”, ofrece más resultados con menor uso de insumos, independientemente de su origen (minerales, organominerales, orgánicos, biofertilizantes, biológicos). Este avance se traduce directamente en “menor impacto ambiental” y refuerza la importancia del sector para la sostenibilidad dentro de las mejores prácticas internacionales. Además, promueve la eficiencia en el uso de nutrientes, la preservación del suelo y los recursos hídricos, posibilitando una agricultura regenerativa, respetuosa con el medio ambiente y altamente tecnológica.
Cabe recordar que en 2023, el mercado de fertilizantes especiales se expandió, con un aumento del 2% y una facturación de R$ 22,642 millones, según la Asociación Brasileña de Tecnología de Nutrición Vegetal (Abisolo), y las perspectivas siguen siendo positivas para el sector.
Un estudio publicado por McKinsey, llamado “Global Farming”, indica que la agricultura brasileña sigue teniendo excelentes expectativas de crecimiento sostenible, con datos que muestran que entre 2022 y 2024, el número de agricultores que adoptaron productos orgánicos creció un 35% y un 70%. de ellos planean mantener o aumentar la inversión en estos productos, independientemente de las fluctuaciones de precios de los insumos convencionales.
Sin duda, estos datos refuerzan que la agricultura brasileña está a la vanguardia en la mitigación de impactos ambientales al aumentar la eficiencia en el campo. Por otro lado, si bien hay avances concretos en el uso de nuevas tecnologías, el sector agrícola brasileño enfrenta desafíos internos para viabilizar estas prácticas de manera accesible y continua.
Brasil tiene los recursos para convertirse en un líder mundial en agricultura verde, pero enfrenta una falta de “ayuda” gubernamental adecuada para impulsar esta transición. La financiación verde, aunque positiva, es de difícil acceso para la mayoría de los productores, y las regulaciones actuales son insuficientes para garantizar la estabilidad necesaria para el sector. La agricultura sostenible requiere medidas efectivas de los gobiernos que comprendan correctamente las nuevas tecnologías, ya sea en regulación, promoción y apoyo al crecimiento, asegurando que Brasil se posicione definitivamente como referencia en sostenibilidad, como de hecho ya lo es, a pesar de todos los ataques internacionales infundados.
El G20 podría ser una plataforma estratégica para fortalecer la agricultura brasileña, pero el sesgo político y económico desfavorable ha dejado al país al margen. Mientras las negociaciones privilegien los intereses proteccionistas e ignoren el potencial de la agroindustria brasileña, las perspectivas de crecimiento sostenido y reconocimiento global del sector seguirán comprometidas.
Brasil tiene los recursos, la tecnología y la voluntad del sector en su conjunto para liderar la agricultura sostenible global, pero necesita políticas locales y globales más transparentes, basadas en la ciencia y la eficiencia, perdón el juego de palabras, con un apoyo gubernamental sólido, para demostrar todo su potencial. , entregando un crecimiento sustentable y continuo, para todo aquel que quiera participar de manera correcta y ética.
*Por Gustavo Branco (en la foto), vicepresidente de Abisolo
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