Avances en biotecnología en el cultivo del algodón y seguridad en el manejo de los cultivos de retoño
Por Fernando Prudente, Director Ejecutivo de Algodón de la División Agrícola de Bayer
La expansión del cultivo de caña de azúcar en zonas donde predominan suelos con horizonte superficial de textura ligera, en la región Centro-Sur del país, ha provocado preocupantes procesos de degradación de suelos, siendo estos suelos más susceptibles a la erosión.
Por otra parte, los suelos arcillosos pueden presentar mayor compacidad, o reacción al tránsito de maquinaria y desbordes, que los suelos arenosos, estando sujetos a mayor densidad y menor porosidad, lo que perjudica a las plantas y su desarrollo radicular.
Se observará el efecto de la época de reformas y el uso de cultivos económicos (oleaginosas -soja, girasol o maní y gramíneas-, sorgo dulce, maíz) y cultivos de recuperación de suelos (brachiaria, abonos verdes). Se debe evaluar el comportamiento físico, químico y biológico del suelo y su capacidad de autorrecuperación y producción, tomando como referencia áreas bajo vegetación natural, pasturas de largo plazo y cultivos anuales y perennes manejados con sistemas conservacionistas.
Meiosi (método interrotacional simultáneo), con cultivos intercalados, que permite dejar líneas madres de caña en el campo, y por ende las plántulas, posibilitará la reposición y rotación de cultivos en el lugar, donde el cultivo antecesor sea la soja, por ejemplo.
La utilización de cultivos de retoño, como forma de facilitar la incorporación de fertilizantes al suelo y dejar el terreno en condiciones favorables para la aplicación de herbicidas en lugares donde no hay paja, hace que el suelo sea más apto para su manejo y preparación.
El objetivo de la preparación del suelo es dejar la tierra lista y apta para la siguiente actividad de la cadena productiva: el proceso de siembra. Comprende actividades normalmente realizadas según una secuencia operativa, a veces bastante estandarizada.
La elección del tipo de preparación será consecuencia de las características que presente el suelo en cada una de las localidades donde se realizará el manejo. La grada es una operación que se utiliza para hacer caminos, ya que permite que el suelo se compacte al usarse con exceso de humedad en el terreno, formándose cicatrices de preparación. El uso extensivo a la misma profundidad no mejora la infiltración de agua ni promueve la agregación del suelo, sin embargo, el rastrillado combinado con el subsolado y el arado puede tener beneficios, si se regula bien y se utiliza en el momento adecuado.
La certeza de que los suelos mal gestionados pueden perder irreversiblemente sus capacidades productivas subraya la importancia de la resiliencia de los suelos tropicales. Esto lleva a los agricultores a buscar minimizar cualquier daño que pueda ocasionarse al suelo por la falta de cuidados agronómicos en su uso para la producción agrícola.
Calificación pesada: Esta misma operación deberá repetirse en la fase final de la preparación convencional del suelo, con el objetivo de reducir, prioritariamente, el tamaño de los bloques dejados por operaciones anteriores (construcción de terrazas, subsolado y arado, en su caso) e incorporar los restos de cultivo que aún queden en la superficie del terreno.
Rastrillado ligero e interacción en el manejo con herbicidas: Cuando se utiliza como complemento al segundo rastrillado pesado, se pretende romper el suelo, dejando la superficie nivelada para el surcado. Para que la operación sea eficiente en la ayuda de los productos herbicidas, es necesario realizarla como máximo uno o dos días antes de realizar la operación de surcado. Esto se justifica porque las semillas, especialmente las de gramíneas, cuando germinan envían sus primordios radiculares hacia la profundidad del suelo y, después de una o dos semanas, los productos de absorción radicular ya no pueden tener el efecto esperado en el control de las malezas. Después de este tiempo, las raíces ya no se ven afectadas por los herbicidas y las malas hierbas pueden crecer sin restricciones.
Los atributos morfológicos y, por consiguiente, físico-hidráulicos, son de suma relevancia para el manejo y conservación de los suelos en el cultivo de la caña de azúcar, ya que, en conjunto, afectan la velocidad de infiltración del agua (conductividad hidráulica), su capacidad de almacenamiento, la resistencia de los agregados a la desestabilización, o la estabilidad de los agregados, y el agua disponible.
Los valores promedio de déficit hídrico para algunas localidades de la región Centro-Sur se muestran en la figura. Cabe añadir también que estos déficits se calculan a partir de datos mensuales, que enmascaran significativamente los déficits reales.
La matriz del tercer eje se debe a una nueva estrategia desarrollada por el IAC, al traer el ciclo productivo, es decir, el corte de la caña de azúcar, como un factor más, el tercero, a sumar al entorno productivo y la época de zafra, con el objetivo de minimizar los efectos del déficit hídrico.
Este efecto de minimizar el déficit hídrico genera consecuentemente ganancias de productividad más expresivas e inmediatas, especialmente en el segundo corte y en los cortes más avanzados en el campo de caña de azúcar. Esto se debe a que este modelo incide directamente en la profundización y desarrollo de las raíces, provocando una caída e incluso un aumento de la población de tallos en estos primeros ciclos.
Considerando los suelos de la región oeste de São Paulo, ellos pueden ser definidos, en términos de susceptibilidad a la erosión, en orden creciente: LV ˂ PV arenic ˂ PV. Respecto a la preparación (Tabla 1), se deberán destinar, cuando sea necesario, a los períodos de mayor pluviosidad, permitiendo orientar la preparación de los argisoles hacia los meses de menor intensidad de lluvias. En regiones con déficit hídrico más pronunciado, los latosoles no deben recibir siembra de caña en enero/febrero, excepcionalmente cuando estén eutróficos, ya que, debido a la baja CAD y al importante desarrollo hasta mayo/junio, incluida la formación de los primeros entrenudos, estarán expuestos a altos déficit hídricos a mitad de la zafra.
En esta composición de suelos desarrollados a partir de areniscas, los argisoles arenosos, que presentan menor erosionabilidad en relación a los argisoles con horizonte A más delgado, deben ser el objetivo para el inicio de la siembra. Las figuras muestran algunas imágenes de perfiles de argisoles arenosos de carácter abrupto y textura arenosa en el horizonte A y media en el horizonte Bt, e imágenes de la micromorfología de estos perfiles.
Se observa que, entre los horizontes A+E y Bt, existen laminillas de textura media (15% a 20% de arcilla), que interrumpen parcialmente el drenaje; En Bt, las zonas de acumulación de agua se presentan debido a la debilidad estructural (contenido promedio de arcilla entre 15% y 25%), no estableciéndose continuidad de los poros, resultando en altas cantidades de agua disponible debido a la falta de drenaje de este horizonte Bt, clasificando estos perfiles como suelos de alta CAD y, por lo tanto, su período de cosecha debería extenderse, tanto al inicio como al final de la misma.
Hay que recordar, sin embargo, que la susceptibilidad a la erosión es función de la conductividad hidráulica y de la resistencia de los agregados a desmantelarse y ser arrastrados por el agua (Morgan, 2005), y que estos argisoles se presentan sin agregación en el horizonte A (granos simples, normalmente cuarzo). Así, aunque las areniscas presentan una alta conductividad hidráulica, sólo una fase de resistencia a la erosión requiere de una cubierta vegetal que favorezca la fijación de la arena por el sistema radicular de esta cubierta (tocones de caña de azúcar, crotalaria, mijo, malezas, etc.), lo que produce una “estructura” temporal suficiente para impedir el desmantelamiento y consecuente arrastre de partículas individuales de cuarzo.
* Por Sandro Roberto Brancaliao, Marcos Guimarães de Andrade Landell, Marcio Aurelio Pitta Bidoia, Raffaella Rossetto, y con Mauro Alexandre Xavier (IAC)
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