Enfermedad azul en el algodón
Su control en Brasil se basa en el uso de cultivares resistentes y el uso de insecticidas contra el vector.
Las enfermedades de las hojas como el mildiú polvoriento y la mancha foliar son capaces de limitar la productividad y la calidad de los cultivos de trigo. En la búsqueda de estrategias de control eficientes y sostenibles, el uso de potenciadores a base de silicio tiene un buen potencial para ayudar a los productores a combatir estas enfermedades.
Perteneciente a la familia de los semimetales, el silicio está presente en la corteza terrestre. Su contenido en el suelo puede variar desde menos del 1% hasta el 45% de la masa seca y representa de 0,00001 mg/kg a 0,001 mg/kg (0,1%-10%) de la masa seca de la planta. En el suelo, el silicio está presente como ácido silícico (H4SiO4) y cuando es absorbido por la planta, se polimeriza en sílice amorfa, depositándose en las paredes celulares, asociándose con polisacáridos, lignina y proteínas.
Las plantas de la familia Poaceae, como el trigo y el arroz, acumulan silicio en el orden del 4% o más, considerándose plantas que acumulan este elemento químico. Además de tener una función estructural, el silicio tiene una importante actividad en la defensa de las plantas frente a patógenos. Se describen dos actividades biológicas relacionadas con el proceso de defensa contra estreses bióticos: (1) la sílice representa una barrera física, limitando la entrada de patógenos como hongos o bacterias y (2) activa el sistema de defensa natural de las plantas, estimulando la producción de Proteínas PR como quitinasas y peroxidasas, polifenoles, oxidasas, fitoalexinas, entre otras. Los beneficios del uso del silicio están demostrados no sólo en plantas conocidas como acumuladoras, como el trigo y el arroz, por ejemplo, sino también en plantas acumuladoras sin silicio, como los tomates y las plantas del cerrado. Según investigadores de la Universidad Federal de Uberlândia, el silicio debería incluirse en los fertilizantes de ciertos cultivos, garantizando la sostenibilidad de la producción agrícola y potencialmente aumentando la productividad. En el caso de la caña de azúcar, al aplicar fertilizantes a base de silicio se registraron ganancias de hasta el 30%.
Además de los beneficios relacionados con la resistencia a patógenos, también se ha informado y asociado con la aplicación de silicio la tolerancia a la salinidad, la sequía, la temperatura y la toxicidad de los metales. La capa de sílice en los miembros de la familia Poaceae se encuentra justo debajo de la cutícula, alrededor de 2 a 5 µm por debajo. En el trigo, las hojas más viejas pueden contener hasta un 11,8% de silicio. La presencia de esta capa mantiene las hojas más erguidas y rígidas, aumentando la interceptación de la luz y, en consecuencia, la tasa fotosintética. Esta capa también reduce la pérdida de agua al medio ambiente, es decir, la reducción de agua por transpiración está relacionada con factores indirectos de calidad y productividad.
La absorción de silicio depende del aporte de agua en el suelo y de la presencia de hojas verdes, de la transpiración y, en consecuencia, del movimiento de este elemento desde el suelo hacia las hojas, donde se deposita. A pesar de no ser considerado un elemento esencial, el Instituto Internacional de Nutrición Vegetal (IPNI) reconoce que este elemento es beneficioso y ayuda en los cultivos de arroz, maíz y trigo, principalmente, pero otros cultivos como el algodón y la soja también responden a la aplicación de silicio. Las dosis de aplicación dependen de la especie vegetal y del estado de desarrollo de la planta.
Este trabajo tuvo como objetivo evaluar la influencia del uso de un potenciador a base de silicio en el control de enfermedades foliares en trigo.
El experimento se realizó en el municipio de Ibirapuitã, en campo, con bloques completamente al azar de 10 x 16 m. El cultivar de trigo utilizado fue Amatista, sembrado el 04 de julio de 2016 con un espaciamiento entre hileras de 17 cm y una densidad de 300 plantas/m². Se realizaron dos aplicaciones de urea a 120 kg/ha y 100 kg/ha, el 15 de agosto de 2016 y el 29 de agosto de 2016, respectivamente. El experimento tuvo cuatro tratamientos y cinco repeticiones. En los diferentes tratamientos se realizaron tres aplicaciones de productos químicos, tal como se describe en el Cuadro 1, siendo el tratamiento 1 (T1) aquel en el que las parcelas recibieron únicamente aplicaciones de fungicida; el tratamiento 2 (T2) recibió el mismo tratamiento químico con fungicidas que el T1, pero con la adición de un potenciador a base de silicio; el tratamiento 3 (T3) recibió sólo el potenciador, sin aplicación de fungicidas; y el tratamiento 4 (T4) es el tratamiento control, en el que no se aplicaron fungicidas ni potenciadores. El equipo utilizado para realizar las aplicaciones fue un tractor pulverizador con pluma de 16 metros utilizando boquillas TT110 015 VP espaciadas 50cm utilizando 110L de pulverización/hectárea en todas las aplicaciones.
La severidad de las enfermedades foliares, oídio y mancha foliar se evaluaron mediante escalas esquemáticas donde se determinó el porcentaje de área foliar afectada cada 14 días desde la aparición de los primeros síntomas, totalizando cuatro evaluaciones. Se evaluaron diez plantas por parcela y replicación, totalizando 50 plantas por tratamiento. Se calcularon promedios de gravedad y los datos obtenidos se sometieron a análisis de varianza (p≤0,05) mediante el programa estadístico SISVAR.
Entre los tratamientos, no fue posible verificar diferencia significativa en la severidad del oídio, indicando que el silicio, a pesar de no presentar control superior a los fungicidas, presentó resultados similares. En el caso de las manchas foliares, los tratamientos con potenciador solo (T3) y potenciador más fungicidas (T2) fueron los que mostraron un mejor control de la enfermedad. El tratamiento con fungicidas solos (T1) mostró menor control que T3 y T2 (con silicio), siendo el tratamiento control el de mayor severidad (Cuadro 2).
El mildiú polvoroso es un hongo biotrófico que se establece y afecta solo a las células epidérmicas, con síntomas que ocurren principalmente en la superficie superior de las hojas. Las manchas foliares, a su vez, son patógenos necrotróficos que colonizan el espacio inter e intracelular, involucrando toxinas y eliminando nutrientes del huésped. La penetración de estos hongos se produce mediante la emisión de tubos germinales que penetran a través de la cutícula. Por lo tanto, la presencia de sílice amorfa justo debajo de la cutícula previene o restringe la penetración y propagación del hongo a través del tejido (Figura 1), lo que explica el control o reducción de la severidad en las parcelas con aplicación de silicio.
La aplicación de silicio en estos casos, aumentando el control de enfermedades foliares en trigo, confirma la implicación e importancia de este elemento en el sistema de defensa del cultivo, demostrando el potencial de este elemento en la reducción de costes con aplicaciones de productos químicos fungicidas.
Artículo publicado en el número 228 de Cultivar Grandes Culturas, mayo de 2018.
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