El trigo bajo ataque en Bahía

Por Alexandra Kruger, Simone Andzeiewski, Pedro Mattana, Thais Andrade y Tederson Galván

23.11.2024 | 05:26 (UTC -3)
Foto de : Simone Andzeiewski
Foto de : Simone Andzeiewski

Tradicionalmente, el trigo se cultiva en las regiones más frías del sur de Brasil, durante el invierno, pero este sistema ha ido cambiando. Debido a las incertidumbres que rodean el clima invernal en esta región y la necesidad de reducir la dependencia de las importaciones, se anima a los productores de la región del Cerrado a plantar trigo.

Según datos de Conab (2024), en los estados de Minas Gerais, Goiás, Bahía y Distrito Federal, la superficie cultivada de trigo ha mostrado una tendencia de crecimiento en los últimos años, alcanzando una superficie aproximada de más de 178 mil ha y una producción de más de 482 mil toneladas en 2022. Se están utilizando cultivares adaptados al clima seco y cálido durante el invierno del Cerrado y la productividad promedio del cultivo en esta región puede llegar al doble de la productividad promedio nacional. (Chagas et al., 2020; Lobato, 2023).

Además, el trigo ayuda en la diversificación del sistema y en el manejo de nematodos, por lo que se presenta como un cultivo prometedor para ser utilizado en rotación con otros cultivos en áreas irrigadas del oeste de Bahía. Sin embargo, el cultivo de trigo en el Cerrado también presenta diferentes desafíos, entre los que podemos destacar enfermedades y plagas.

El trigo es un anfitrión conocido de Spodoptera frugiperda, sin embargo, la información que asocia esta plaga con este cultivo aún es muy escasa, especialmente en el Cerrado brasileño. A diferencia del sur de Brasil, donde el trigo se cultiva con temperaturas más suaves, en el Cerrado, especialmente en el oeste de Bahía, las temperaturas son más altas, lo que puede favorecer el desarrollo de la plaga y dificultar su control (Du Plessis et al., 2020).

Debido a la creciente relevancia del cultivo en esta región y los desafíos que enfrentan los productores para controlar la plaga en este ambiente, es importante determinar la ventana crítica de ataque de la plaga. S. frugíperda en el cultivo de trigo en el Cerrado, principalmente a través de la fluctuación de adultos y orugas durante el ciclo del cultivo.

Seguimiento para evaluaciones

Para monitorear la fluctuación de S. frugíperda Durante el ciclo del trigo, realizamos monitoreos en tres cultivos comerciales de riego, ubicados en el oeste de Bahía (Cuadro 1), que utilizan un manejo de cultivo comúnmente utilizado en la región.

Cuadro 1 - cultivares de trigo plantados en los diferentes ensayos
Tabla 1 - cultivares de trigo plantados en diferentes ensayos

La fluctuación de los adultos de S. frugíperda se evaluó utilizando cuatro trampas tipo delta, con feromona sexual, instaladas en cada área poco después de la emergencia del trigo. Las trampas se colocaron al menos a 150 m de la frontera y a 150 m entre ellas. El número de machos capturados en cada trampa se registró semanalmente, durante todo el ciclo del trigo.

Podemos observar la presencia de adultos de S. frugíperda durante todo el ciclo del cultivo, pero luego de que la planta llega a su etapa reproductiva, 45-50 días después de la emergencia, se puede observar una ligera disminución (Figura 1).

Figura 1 - Recuento de adultos/trampa/día para cada ubicación
Figura 1 - recuento adulto de S. frugíperda /trampa/día para cada ubicación

En dos puntos aleatorios alrededor de cada trampa, se estimó semanalmente el porcentaje de plantas dañadas y se contó el número de orugas. S. frugíperda en los planos, utilizándose un cuadrado de madera (50 cm x 50 cm - 0,25 m²) para delimitar el área a evaluar (basado en Gómez & Ávila, 2001). Para contar las orugas, se observaron cuidadosamente las plantas con el fin de contar todas las orugas presentes en el área delimitada.

Daño observado

Se observaron daños en todos los lugares, registrándose los porcentajes más altos durante las etapas vegetativas del trigo (menos de 45 días después de la emergencia) (Figura 2). Aunque es difícil distinguir los daños de diferentes especies de orugas, el hecho de que sólo encontremos S. frugíperda durante la fase vegetativa, en las tres zonas evaluadas, hace pensar que el daño fue causado por orugas de esta especie.

Figura 2 - porcentaje de plantas dañadas en un área delimitada (50 cm x 50 cm) en cada sitio de prueba, en el estado de Bahía
Figura 2 - porcentaje de plantas dañadas en un área delimitada (50 cm x 50 cm) en cada sitio de prueba, en el estado de Bahía

El número de orugas también fue mayor en las etapas vegetativas del trigo en los tres sitios de prueba (Figura 3), y el pico también ocurrió antes de los 45 días de desarrollo del cultivo.

Figura 3 - número de orugas en un área delimitada (50 cm x 50 cm) en cada sitio de prueba, en el estado de Bahía
Figura 3 - numero de orugas S. frugíperda en un área delimitada (50 cm x 50 cm) en cada sitio de prueba, en el estado de Bahía

Metodología de investigación

Debido a la observación de la ocurrencia de picos de polillas y orugas en períodos similares en el área 1, instalamos, en las áreas 2 y 3, dos trampas de bolas en embudo, que contienen atrayente alimenticio para polillas e insecticida (metomilo) al 10%, con el objetivo de recolectar hembras para disección y conteo de espermatóforos. Las trampas se instalaron dentro de la parcela, al menos a 150 m del borde, para la recolección semanal de hembras. S. frugíperda para su posterior disección y recuento de espermatóforos (Milano et al., 2008).

Se recolectó un número variable de hembras, por lo que diseccionamos hasta 15 hembras/trampa/semana para recuentos de espermatóforos. Considerando el tiempo total de monitoreo, se diseccionaron un promedio de seis a siete hembras/trampa/semana en las pruebas 2 y 3, respectivamente. El número de espermatóforos por hembra disecada alcanzó su punto máximo en ambos sitios entre 20 y 30 días después de la emergencia del trigo, lo que sugiere una mayor tasa de apareamiento durante este período (Figura 4).

Figura 4: número de espermatóforos por hembra disecada en cada sitio de prueba
Figura 4 - número de espermatóforos por hembra disecada en cada sitio de prueba

Todas las áreas fueron evaluadas semanalmente, desde la emergencia de las plantas hasta el cierre de la cosecha, y en todas ellas se realizaron aplicaciones de insecticidas, con criterios de aplicación basados ​​en la experiencia de los consultores. Las aplicaciones de insecticidas variaron de seis a 12 durante el ciclo del trigo, y la frecuencia de aplicación varió de tres a 17 días (Figura 5), ​​y la mayoría de los insecticidas aplicados se dirigieron al gusano cogollero.

Figura 5: rango de datos de captura y aplicación de insecticidas en cada sitio de prueba. Los puntos negros representan la fecha de siembra, el gris oscuro representa el inicio de las evaluaciones y el gris claro representa las fechas de aplicación del insecticida.
Figura 5 - rango de datos de captura y aplicación de insecticidas en cada sitio de prueba. Los puntos negros representan la fecha de siembra, el gris oscuro representa el inicio de las evaluaciones y el gris claro representa las fechas de aplicación del insecticida.

Características de la acción de plagas.

Se observó que, en este sistema, el patrón de ataque del S. frugíperda Es característico de una plaga que se establece al inicio del cultivo, principalmente en la fase de macollamiento. Esto se puede evidenciar por los mayores registros de daños y la presencia de orugas durante los primeros 45 días después de la emergencia, con picos que varían dentro de la temporada. Las variaciones en el momento del pico de ataque son comunes en los cultivos, ya que las poblaciones de plagas están influenciadas por la temperatura, las condiciones del paisaje y las intervenciones humanas en diferentes épocas de siembra (Cruz, 2008).

Comprobar la dinámica de la plaga en los sitios de estudio nos lleva a concluir que la planificación y el manejo son de suma importancia, especialmente durante la fase vegetativa del cultivo, para evitar el crecimiento poblacional de la plaga y el aumento de daños en la fase reproductiva, cuando se producen lesiones. Los órganos comercializables son potencialmente más dañinos (Cruz, 2008).

Productores y consultores de la región han venido observando y reaccionando a este patrón, ya que durante el desarrollo del cultivo se presentaron numerosas aplicaciones de insecticidas destinados a manejar el S. frugíperda. Además, además de las aplicaciones foliares, se ha recomendado el uso de insecticidas en el tratamiento de semillas para evitar la reducción del número de plántulas.

La importancia de una gestión adecuada

Informes de productores del Cerrado confirman que S. frugiperda es uno de los principales desafíos que enfrenta esta región para el trigo. Generalmente el manejo se da mediante la aplicación sucesiva de insecticidas químicos, pero, debido a su costumbre de esconderse entre los macollos, las orugas se convierten en un blanco difícil. Por lo tanto, comprender la dinámica poblacional del insecto asociado a este cultivo nos ayuda a comprender cuál es el mejor momento para el manejo, aumentando así la eficiencia del control.

Para reducir el impacto negativo de esta plaga, es prudente aplicar los conceptos de Manejo Integrado de Plagas y buscar la mejor sinergia de métodos de control, buscando optimizar los recursos con tácticas que reduzcan los gastos operativos.

El uso de feromonas para interrumpir el apareamiento. S. frugíperda es un método potencial para el manejo de esta plaga (Schirmer et al., 2023). Como la actividad de la plaga está más concentrada en la etapa vegetativa, la aplicación de feromonas debe realizarse poco después de la emergencia y la interrupción del apareamiento debe mantenerse durante al menos 45 días después de la emergencia del trigo.

Conclusión

Según datos recopilados en tres zonas productoras de trigo del oeste de Bahía, es evidente la importancia de S. frugiperda como plaga en este cultivo, causando daños principalmente durante la fase vegetativa, lo que evidencia una ventana de ataque crítica y la necesidad de adopción de métodos de manejo. para reducir su población.

por Alexandra Kruger, Simone Andzeiewski, Pedro Mataña, Thais Andrade e Tederson Galván

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